La vida contra las cuerdas ~ Luis J. Esteban Lezáun

Dejó impreso Jacinto Octavio Picón en su «Lázaro: casi novela» que «la vida es combate de pasiones que unas a otras se hieren y lastiman». Con esta acústica de fondo, Luis J. Esteban Lezáun nos presenta en una doble trama, La vida contra las cuerdas, una fábula de combates, pasiones y heridas. A través de nueve de los diez capítulos / rounds, el autor va desgranando dos historias de lucha distanciadas quince años que conviven en paralelo; la final del Campeonato Mundial de Boxeo por el título de los pesos medios y el periodo de adolescencia de un muchacho de pueblo, confluyendo ambos hilos en el definitivo décimo round, entre las doce cuerdas del cuadrilátero.

«Recuerdo la primera lección del Jefe, hace más de una década. El boxeo es como la vida, me dijo, lo importante no es golpear, sino evitar que te muelan a hostias

Caesars Palace, Las Vegas. Combate televisado que confirmará a Mister KO en el trono mundial de los pesos medios; sus últimos dos contrincantes fallecieron a consta de sus brutales puñetazos. En la esquina contraria un español, víctima idónea para que el americano consiga su propósito. Entre el público caras conocidas: Mike Tyson, don King, Manny Pacquiao o Juan Manuel «Dinamita» Márquez. La silla reservada para la mujer del hispano está vacía, está tapándose los oídos en el vestuario. Uppers, jabs, hooks, crochets y directos se suceden destacando la demoledora potencia de los puños de Mister KO así como su falta de deportividad haciendo enfervorecer al cobardeo de la grada, hambrientos del morbo inquisidor que proyecta la ejecución pública.

Puerto Antiguo, España, quince años atrás. Momo recibe en sus carnes la dura etapa de adolescente donde enamorado de Celia, es víctima de los abusos de dos malotes del colegio, Vílchez, el Puñalitos y su servil subalterno Benavides. Huérfano de padres reside junto a su hermana Alejandra, la cual para más inri, trabaja de camarera para el mezquino Puñales, padre del Puñalitos. En esta partida desigual entre los dos hermanos y estos miserables cuentan con el apoyo de su vecina Hellen Schoeder, así como del Quinito, un exboxeador profesional. Las aventuras y desventuras de Momo transcurren junto a su compañero de pupitre Quintanilla, un admirador incondicional del personaje de Pérez-Reverte, el Capitán Alatriste, a quien copia en su forma de hablar y se empeña en usurpar su apodo consiguiendo como resultado el sobrenombre de Caratriste o Quintanilla el Pollatriste. Antoñito el Mediahostia, don Wenceslao el maestro, el padre Agustín, Juanon y Aurelio el cura, son otros de los personajes de este drama donde no faltan robos, armas y agresiones sexuales.

La vida contra las cuerdas tiene un fuerte fondo educativo potenciado en el personaje de Hellen Schroeder, quien ve reflejado en Momo al hijo que nunca tuvo y no se cansa de darle buenos consejos. Igual le abre los ojos frente a un suspenso, «las puntuaciones importantes de la vida no son las académicas», que utiliza artilugios propios, como el Rosal de las Frases Sabias (rosas de papel que desenvueltas albergan didácticas frases) o el Cofre de los Versos Rotos. «Momo no entendía muy bien por qué aquella diminuta arca se denominaba Cofre de los Versos Rotos. Los versos que contenían no estaban rotos, ni quebrados, ni amputados. Los versos estaban enteros. Lo que estaba roto, en todo caso, era el poema, y solo hasta que la mano de Momo extraía de las cajitas las tiras de papel y les daba la vuelta, componiendo el poema completo. Pero Hellen le había dicho que el nombre grabado en la tapa era el correcto, porque los versos aislados son versos rotos. Porque un verso, en sí, no tiene sentido. Su significado remite a otros versos y únicamente en ellos alcanza la plenitud. Como las personas. Una persona enclaustrada, le había dicho la mujer, es una persona rota o, al menos, demediada, incompleta. El sentido de nuestra vida solo se cumple en unión de otras vidas, de otras personas. Un hombre aislado es un absurdo. Una mujer solitaria es un concepto vacío. La unión de un hombre y una mujer llena de razón sus vidas, la dota de significado, las nutre de sentido

Una lectura juvenil y amena, donde el drama se ve desdibujado con hábiles toques de humor. Destacable la calidad literaria del combate en el Caesars Palace, narrado en primera persona y de rauda lectura que se hace corta, dejando al lector con ganas de más. Por contra la parte referente a Puerto Antiguo, narrada en tercera persona, se torna demasiado extensa, en especial cuando el autor se prodiga relatándonos el pasado brasileño de Hellen, del cual no he encontrado ningún aporte al argumento de la novela. En ambas tramas Luis J. Esteban Lezáun transmite un mensaje de instinto de superación y  conservación de los valores, siendo más acentuado en esos duros años de adolescencia donde cualquier afrenta u opinión pueden convertirse en un muro infranqueable. 

«Cúbrete, no te ciegues. Pega los codos a los costados y mantén la guardia alta. Baila a su alrededor, sácalo de quicio». Puedes caer una y mil veces, ¡no pasa nada!, todos vivimos contra las cuerdas, «lo importante es volver a levantarse», la vida es un combate incesante; una intensa y (a veces) feliz agonía.

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